Apuleyo

apuleyo

 

Escritor latino. Se formó en retórica en Cartago y acudió a Atenas para iniciarse en la filosofía platónica. Viajó por diversas ciudades y países, hasta que se instaló definitivamente en Cartago. Acusado de haberse casado con una viuda rica de Trípoli mediante unos encantamientos maléficos, escribió en su defensa laApología de Apuleyo o Sobre la magia, un importante discurso escrito según las normas de la elocuencia jurídica, que constituye el único testimonio de este tipo que se ha conservado de la época imperial.

A partir de entonces desarrolló una brillante carrera de orador en Cartago, donde sus discursos tenían mucho éxito. Su fama como literato se debe a La metamorfosis, conocida en la Antigüedad como El asno de oro, novela en once partes que ofrece una penetrante y divertida sátira de la sociedad de su tiempo. Escrita en prosa hacia el año 180 y considerada una de las primeras novelas de la historia, la obra nos ofrece una visión caleidoscópica del mundo, entre crítica y mística, y relata la historia de Lucio, un héroe interesado por la magia que acaba siendo su víctima para peregrinar por el mundo metamorfoseado en asno. Lucio sortea difíciles peripecias y pruebas rituales y, gracias a su iniciación en los misterios de la diosa Isis, recupera finalmente su forma humana.

La historia muestra los inciertos límites entre lo prohibido y lo permitido, y los riesgos de la trasgresión. El protagonista del relato había sido castigado por burlarse de Amor durante una exaltación lujuriosa, y recuperó la esperanza al enterarse de que Psiqué había sido perdonada tras haber pecado. A través de la identificación de ambos personajes, el autor produce un efecto poético cargado de magia y sugiere la moraleja de que el hombre que se deja llevar por sus instintos yerra, pero gracias al perdón final puede salvarse para llevar una vida más elevada.

Para componer El asno de oro, Apuleyo se basó enLucius o el asno, obra que había sido escrita a finales del siglo I a.C. por Lucio de Patrás y que narraba distintos sucesos de conversión de hombres en animales, y también en las numerosas situaciones humorísticas que formaban parte de las narraciones del griego Arístides y de algunos sofistas.

Apuleyo escribió esta narración en primera persona, en un estilo ágil, alternando un tono serio con otro cómico, e incluso grotesco; y la estructuró sobre varios niveles narrativos: de la inicial forma autobiográfica a múltiples voces que intercalan historias alrededor del tema principal. En los primeros tres libros manifestó su preocupación moral; en los libros IV al VI narra las aventuras de Amor y Psiqué, núcleo y eje estructural de la obra; y en el epílogo, donde Lucio consigue la redención, el autor crea una atmósfera más mística. Otras obras de Apuleyo sonFlorida (158-170), una antología de sus discursos, y tratados filosóficos como Platón y su doctrina y Acerca del dios de Sócrates.

Fuente:http://www.biografiasyvidas.com/biografia/a/apuleyo.htm

 

El asno de oro (fragmentos)

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Visión de la diosa Isis

Habiendo hecho mis rogativas y compuesto mis lloros, tornó otra vez el sueño a oprimir mi corazón soñoliento, en aquel mismo lugar donde me había echado, y no había casi cerrado bien los ojos, he aquí aquella divina cara alzando su gesto honrado, salió de medio de la mar, y en saliendo, poco a poco su luciente figura, ya que toda estaba fuera del agua, pareció que se puso delante mí: de la cual su maravillosa imagen yo me esforzaré de contar, si el defecto de la habla humana me diere para ello facultad o si su divinidad me administrare abundantemente copia de facundia para poderlo decir. Primeramente ella tenía los cabellos muy largos, derramados por el divino cuello y que le cubrían las espaldas; tenía en su cabeza una corona adornada de diversas flores, en medio de la cual estaba una redondez llana a manera de espejo, que resplandecía la lumbre de él para demostración de la Luna de la una parte, y de la otra había muchos surcos de arados torcidos como culebras y con muchas espigas de trigo por allí nacidas; traía una vestidura de lino, tejida de muy muchos colores: ahora era blanca y muy luciente, ahora amarilla como flor de azafrán, ahora inflamada con un color rosado, que, aunque estaba yo lejos, me quitaba la vista de los ojos; traía encima otra ropa negra, que resplandecía la obscuridad de ella, la cual traía cubierta y echada por debajo del brazo diestro, al hombro izquierdo, como un escudo pendiendo con muchos pliegues y dobleces.

Era esta ropa bordada alrededor con sus trenzas de oro, y sembrada toda de unas estrellas muy resplandecientes, en medio de las cuales la Luna de quince días lanzaba de sí rayos inflamados; y como quiera que esta ropa la cercaba pendiendo de toda parte y tenía la corona ligada con ella, adornada de muchas flores, manzanas y otras frutas, pero en la mano tenía otra cosa muy diversa de lo que habemos dicho; porque ella tenía en la mano derecha un pandero con sonajas de alambre, atravesadas por medio con sus vírgulas, y con un palillo dábale muchos golpes, que lo hacía sonar muy sabrosamente; en la mano izquierda traía un jarro de oro, y del asa del jarro, que era muy linda, salía una serpiente, que se llamaba Aspis, alzando la cabeza y con el cuello muy alto; en los pies divinos traía unos alpargates, hechos de hojas de palma.

(Undécimo Libro, Capítulo I)

Palabras de la diosa

“Heme aquí do vengo conmovida por tus ruegos, ¡oh Lucio!; sepas que yo soy madre y natura de todas las cosas, señora de todos los elementos, principio y generación de los siglos, la mayor de los dioses y reina de todos los difuntos, primera y única gola de todos los dioses y diosas del cielo, que dispenso con mi poder y mando las alturas resplandecientes del cielo, y las aguas saludables de la mar, y los secretos lloros del infierno. A mí sola y una diosa honra y sacrifica todo el mundo, en muchas maneras de nombres. De aquí, los troyanos, que fueron los primeros que nacieron en el mundo, me llaman Pesinuntica, madre de los dioses. De aquí asimismo los atenienses, naturales y allí nacidos, me llaman Minerva cecrópea, y también los de Chipre, que moran cerca de la mar, me nombran Venus Pafia. Los arqueros y sagitarios de Creta, Diana. Los sicilianos de tres lenguas me llaman Proserpina. Los eleusinos, la diosa Ceres antigua. Otros me llaman Juno, otros Bellona, otros Hecates, otros Ranusia. Los etíopes, ilustrados de los hirvientes rayos del sol, cuando nace, y los arrios y egipcios, poderosos y sabios, donde nació toda la doctrina, cuando me honran y sacrifican con mis propios ritos y ceremonias, me llaman mi verdadero nombre, que es la reina Isis. Habiendo merced de tu desastrado caso y desdicha, vengo en persona a favorecerte y ayudarte; por eso deja ya estos lloros y lamentaciones; aparta de ti toda tristeza y fatiga, que ya por mi providencia es llegado el día saludable para ti. “

(Undécimo Libro, Capítulo I)

Iniciación en los Misterios de Isis

Diciendo esto aquel viejo honrado, tomome con su mano derecha y llevome muy presto a las puertas del magnífico templo, las cuales abiertas con aquella solemnidad y rito que conviene, acabado el sacrificio de la mañana, sacó de un lugar secreto del templo ciertos libros escritos de letras y figuras no conocidas; en parte eran figuras de animales que declaraban lo que allí se contenía, y en parte figuras de sarmientos torcidos y atados por las puertas, por que la lección de estas letras fuese escondida de la curiosidad de los legos; de allí me dijo y me enseñó las cosas que eran necesarias aparejar para mi profesión, las cuales luego yo, con alguna liberalidad por una parte y mis compañeros por otra, procuramos de comprar y buscar. Así que, venido el tiempo según que el sacerdote decía, llevome, acompañado de muchos religiosos, a unos baños que allí cerca estaban, y primeramente me hizo lavar como es costumbre, y después, rezando y suplicando a los dioses, rociándome todo de una parte y de otra, limpiome muy bien y tornome al templo cuasi pasadas dos partes del día, y púsome ante los pies de su diosa diciéndome secretamente ciertos mandamientos que es mejor callar que decir; pero en presencia de todos me dijo estas cosas: conviene a saber: Que en aquellos diez días continuos me abstuviese de comer, ayunando, y que no comiese carne de ningún animal ni bebiese vino. Las cuales cosas por mí guardadas derechamente con venerable abstinencia, ya que era llegado el día señalado y prometido para mi recepción, cuasi a la tarde, cuando el Sol baja, he aquí dónde vienen muchos con paños vestidos al modo antiguo de vestiduras sagradas, y cada uno de ellos diversamente me daba su don. Entonces, apartados de allí todos los legos y vestido yo de una túnica de lino blanca, el sacerdote me tomó por la mano y me llevó a lo íntimo y secreto del sagrario. Por ventura tú, lector estudioso, podrás aquí con ansia preguntar qué es lo que después fue dicho o hecho que me aconteció; lo cual yo diría si fuese conveniente decirlo, y si no conociese que a ninguno conviene saberlo ni oírlo, porque en igual culpa incurrían las orejas y la lengua de aquella temeraria osadía. Pero con todo esto no quiero dar pena a tu deseo, por ventura religioso, teniéndote gran rato suspenso. Mas créelo que es verdad; sepas que yo llegué al término de la muerte, y hallado el palacio de Proserpina, anduve y fui traído por todos los elementos, y a media noche vi el Sol resplandeciente con muy hermosa claridad, y vi los dioses altos y bajos, y llegueme cerca y adorelos; he aquí, te he dicho, lo que vi, lo cual como quiera que has oído es necesario que no lo sepas; pero aquello que se puede manifestar y denunciar a las orejas de todos los legos, yo muy claramente lo diré.

(Undécimo Libro, Capítulo III)

 

La obra completa:

http://www.ua.es/personal/mm.martinez/histadmjust/asnooro.pdf

Audiolibro:

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